Se le atribuye a Aristóteles la frase: “Somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras propias palabras”. Pero en oratoria yo digo lo contrario:
“Somos dueños de nuestras palabras y esclavos de nuestros silencios”, Ricardo de los Santos.
Es cierto que cada frase hay que entenderla en su contexto, pero considero que hoy en día para la oratoria, mi última frase es la correcta.
El mundo seria distinto si muchos hubieran hablado. La esclavitud misma esta teñida de silencios. Lo cierto es que se debe hablar y presentar las ideas correctamente y en el momento oportuno.
Son menos las veces que dijimos…” por qué no me habré callado…” que las que nos arrepentimos por no haber dicho algo. Lo vivimos cuando no expresamos abiertamente nuestro sentir a los más allegados. Dejamos pasar oportunidades únicas de decir te amo, te quiero, te extraño o valoro tu esfuerzo.
No levantamos la mano frente a una injusticia, o lo que es peor dejamos enterrado para siempre las expresiones de nuestros talentos que nos hacen únicos por no animarnos a hablar cuando corresponde. El tema pasa por ser dueños de nuestras palabras.
¡Cuántas historias hubieran sido distintas si los actores se hubieran expresado correctamente!
¿Por Qué Nuestros Silencios Nos Responsabilizan?
Nunca escuche a nadie lamentarse toda una vida por no haberse callado, pero si somos muchos los que nos lamentamos de no haber dicho esto o aquello en ese momento.
Nadie esta libre de meter la pata alguna vez, pero si cuando lo hace, es con la mejor intensión, es responsabilidad de la otra parte interpretarla.
Tener una correcta oratoria hace que estemos más entrenados para saber en primer lugar si estoy actuando ciega e instintivamente, bajo sentimientos de ira, celos, rabia o despecho. Una vez descartado esto y enfocado en sentimientos de amor, respeto, tolerancia y perdón, puedo proceder a estructurar rápidamente las palabras que tiendan a expresar o lograr mi objetivo.
Con las últimas técnicas de oratoria, fácilmente en segundos podemos hacer esto y lograr que ese momento, seguramente único e irrepetible, se pueda capitalizar con la expresión, el sentir y las palabras correctas.
“Los Pueblos Callados Son La Alegría De Los Déspotas”
Nada hubiese sido igual si muchos hubieran hablado oportunamente.
Si usáramos un silencio tras otro nada quedaría. Sí es clave usar los silencios en el momento justo para enfatizar lo que propondremos al instante siguiente.
Muchos lamentamos no haber dicho cuanto queríamos a personas que quizás ya sea tarde o peor aún quizás ya no estén.
Conectemos nuestras palabras con lo más sano y profundo de nuestros sentimientos y nada podrá quedar mal, de última… lo habremos intentado.